sábado, 23 de agosto de 2014

El secreto de Puente Viejo (884 al 888)

Siguen con la tarea de hacer el cortafuegos, pero intento buscar cualquier escusa para acercarme a decirle que tenga cuidado, lo malo que esta vez, Bosco no estaba solo, Mauricio se encontraba allí y me escucho llamar al señor por su nombre... intente salir de ese embrollo como pude.


Y es que menos mal que en la casona esta la alegría personifica, Fe, me hace el día mas ameno, intenta que recapacite (aunque aún no se de que) y que marche de la casona, pero claro no sabe que mi motivo real para quedarme junto a la doña se llama Bosco, y que ahí lo tengo más a mano y sobre todo vigilado.


No me puedo quitar la preocupación de encima, si es que Bosco se a empeñao en trepar árboles y no me gusta nada, y cualquier escusa es buena para llegar hasta él y decirle que tenga cuidado, así que preparo condumio y me voy al jardín para entregárselo, solo pensar que se puede escalabrar y me entran los siete males.


En la soledad de mi habitación, me derrumbe... desde que madre murió me siento sola, y ahora bajo el techo de la casona me siento perdida... creo que Bosco me engaña, y que solo quiere protegerme y no se cree digno, pero es que solo pensar en el se me calienta el alma. A veces pienso que debería poner pies en polvorosa, pero la idea se borra al momento.


Ya se va de nuevo el señorito al bosque, y claro, me entere de que el día anterior, un poco más tiene un accidente, yo estoy en un sin vivir cada vez que veo que se va, y solo quiero que tenga cuidado.
Y claro, cuando sale yo no tengo la cabeza en la casona, y encima me pongo a servir a la señora y sin llevar la cabeza sobre los hombros. Bosco me tiene preocupada.


El señor a llegado con una herida muy fea en el brazo, y según Mauricio, puede que haya enfermado con el tétanos, lo que me faltaba a mí, un poco más y al enterarme caigo al suelo "desploma". Hay que tenerlo vigilado para que la fiebre no suba, si no podría ser peor...


Aunque sabía que bajo ningún concepto había que subir a la alcoba del señor, yo no me podía ir al catre tranquila, así que no la escusa de preguntar si la señora precisaba de algo, me plante en la habitación, primero me cae una pequeña bronca de la señora, pero mereció la pena, cambio de opinión, y me quede junto a la señora para velar a Bosco. Salio todo a pedir de boca.


Cuando vi el cielo antes mis ojos, Bosco hizo el intento de levantarse, pero cayo medio desmayado la fiebre le había subido, aunque solo habían sido unas décimas, e incluso con este malestar, Bosco tenía ganas de chanza.
Amaneció y la fiebre había remitido, y mientras la señora se fue a asear, quede a solas con Bosco, verle dormir, tranquilo y a mi lado, era como un sueño. No pude evitar aprovechar el momento para acariciarle.



Despertó, a mi lado y cogido a mi mano, y aunque ese momento de alegría solo duro un suspiro, a mi se hizo a gloria. La doña entro a la alcoba, vio que había despertado y además con bastante apetencia, me mando a preparar el desayuno para el señor, cosa que yo para él, la preparo de buena gana.


Con un cierto regocijo, me gustaba escuchar a la señora, obligando a Bosco a guardar reposo, y siendo servidora y Doña Francisca las únicas que nos encargamos de los cuidados, la doña me había dado la oportunidad de estar al lado de mi amado, y mejor que a mi lado no puede estar.




A continuación os dejo una recopilación de las escenas de esta semana en El secreto de Puente Viejo. ¡Que grande eres Fariba!



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